Introducción 
              Los  tumores cardiacos primarios corresponden a una entidad cuya presentación en la  práctica clínica es extremadamente rara, con una incidencia estimada entre  0.0018-0.027% en revisiones autópsicas clásicas de pacientes de todas las  edades [1].  
              Los  tumores cardiacos primarios fetales (TCPFs), desde un punto de vista  histológico, exhiben características diferentes respecto a los tumores  cardiacos que se presentan en otras etapas de la vida. Corresponden a una  condición inusual, cuya real incidencia es difícil de estimar debido al  carácter regresivo de muchos de ellos [2]. Pese a lo anterior, el desarrollo y mejoramiento continuo de  técnicas imagenológicas como la ultrasonografía, la resonancia magnética (RM) y  la ecocardiografía multidimensional, han permitido un aumento significativo en  el número de TCPFs detectados durante las últimas décadas [3].  
              Los  TCPFs pueden ser categorizados en tumores benignos (rabdomiomas, teratomas,  fibromas, mixomas y hemangiomas) y tumores malignos (rabdomiosarcomas y  fibrosarcomas). La gran mayoría corresponde a lesiones benignas, siendo el  rabdomioma el tipo más común (a diferencia de lo que sucede en los corazones  adultos en donde el mixoma es la lesión predominante) [4]. Si bien los tumores cardíacos fetales malignos y metastásicos también se han descrito, corresponden  a diagnósticos excepcionales [5]. Los fetos afectados tienen un amplio espectro de presentaciones  clínicas; desde aquellos asintomáticos (especialmente cuando los tumores son  pequeños) a otros con manifestaciones de diversa severidad, dentro de las que  destacan arritmias, obstrucción en tracto de salida ventricular, hidrops fetal,  insuficiencia cardiaca congestiva y/o alteraciones hemodinámicas que pueden  conducir a la muerte fetal [6].  
              Numerosos  tumores cardiacos primarios ocurren en el contexto de un síndrome genético,  pudiendo ser la manifestación inicial del trastorno; algunos ejemplos  corresponden a la asociación de mixomas cardiacos y complejo de Carney, la  detección de rabdomiomas en contexto de esclerosis tuberosa y fibromas en el  síndrome de Gorlin-Goltz. La identificación temprana del tumor cardiaco corresponde  a una oportunidad única en la atención del paciente, pudiendo repercutir de  forma significativa en la vigilancia y manejo futuro [7].  
              El  abordaje de fetos con diagnóstico de tumores cardíacos requerirá una evaluación  ecocardiográfica seriada y su manejo variará según la naturaleza tumoral y los  hallazgos ecográficos [8]. Debido a la rareza de  los TCPFs, el diagnóstico prenatal, pronóstico y tratamiento son todavía  materia de investigación. 
              Definición 
               SM Yuan, en revisiones  recientes [5], y con el objetivo de  precisar el concepto de TCPF y diferenciarlo de otros términos encontrados en  la literatura (como tumores cardiacos congénitos, teratomas pericárdicos, entre  otros), plantea una serie de criterios necesarios para considerar un TCPF como  tal: 
              
                - Primario: Origen cardiaco (y no secundario) del tumor
 
                - Fetal: Inicio prenatal del tumor cardiaco y su seguimiento,  independiente del momento de la intervención (el cual puede ser postnatal)
 
                - Cardíaco y pericárdico: El crecimiento de células tumorales cardiacas  puede comprometer endocardio, miocardio, epicardio, así como también el  (intra)pericardio
 
                - Benigno o maligno
 
               
              Tumores cardiacos fetales benignos 
              Rabdomioma: 
               El  rabdomioma cardiaco corresponde al más común de los tumores cardiacos primarios  fetales, con una incidencia aproximada de 60% [9]. Corresponde a un  tumor benigno compuesto por miocitos con grandes vacuolas y considerables  cantidades de glicógeno (células en araña), siendo considerados hamartomas de  fibras musculares estriadas. Usualmente son diagnosticados durante el segundo y  tercer trimestre y en 90% de los casos se presentan como tumores múltiples. Al  ultrasonido se identifican como masas redondeadas, homogéneas e hiperecogénicas  en los ventrículos y especialmente en el septum interventricular, sin embargo  se han reportado también a nivel de aurículas, unión cavo-auricular y  excepcionalmente en tronco pulmonar [10]. La Resonancia Nuclear  Magnética (RNM) es un método diagnóstico útil para efectuar el diagnóstico  diferencial; se reconocen por ser masas homogéneas que tienden a seguir la  intensidad de la señal del miocardio normal en todas las secuencias, son  isointensas en T1, isointensas o levemente hiperintensas en T2 y demuestran  mínimo realce frente a la administración de gadolinio [11].  
              Su  presentación clínica en niños y en adultos es bien conocida con una baja  morbilidad asociada. Sin embargo, cuando la presentación es durante la vida  intrauterina, el cuadro clínico y el pronóstico es variable e incierto. En el  año 2002 Pipitone et al. describió una serie de 9 casos, la mayor parte de  ellos asintomáticos durante la vida prenatal, sin embargo, un feto falleció por  hidrops y arritmia fetal secundario a un gran tumor del septo interventricular  que originó una estenosis subaórtica, en tanto otros 2 presentaron estenosis  subaórtica sin hidrops fetal. Postnatalmente 4 niños manifestaron arritmias  cardiacas y uno requirió manejo quirúrgico [10]. De manera similar  Bejiqi et al. describen en el año 2017 una serie de 12 casos. De los cuales 2  fallecieron intrautero por hidrops y arritmias fetales y en 8 casos se realizó  interrupción legal del embarazo [12].  
              Otro  aspecto relevante es la conocida asociación entre rabdomiomas cardiacos y un  síndrome neurocutáneo conocido como Esclerosis Tuberosa (ET) en rangos de  40-90%. Cuando los rabdomiomas cardiacos son múltiples la asociación alcanza el  100% [13]. La ET es un síndrome  autosómico dominante causado por mutaciones en los genes del complejo  esclerosis tuberosa 1 (TSC1/Hamartin) y 2 (TSC2/Tuberin). La presencia de una  mutación patogénica es suficiente para establecer el diagnóstico de la  enfermedad. En 10 a 25% de los casos no tienen mutación identificada y el  diagnóstico se puede establecer mediante criterios clínicos [14].  
              La  mayoría de los niños no requieren resección quirúrgica dado que la mayor parte  de los tumores regresa espontáneamente a los 6 años de seguimiento [7]. Una alternativa al  manejo quirúrgico es el uso de inhibidores de Rapamicina en pacientes con  tumores gigantes o sintomáticos [15]. El principal factor  asociado con arritmias cardiacas futuras es el tamaño del tumor mayor a 30 mm y  no la localización del mismo [16]. 
              Teratoma pericárdico: 
               Los  teratomas pericárdicos son tumores primitivos surgidos a partir de la  adventicia del pericardio visceral, y en cuyo origen participan células  pluripotenciales derivadas de las tres capas germinales (ectodermo, endodermo y  mesodermo) [17]. Pese a que su  diagnóstico usualmente se realiza durante el periodo postnatal, el teratoma  pericárdico corresponde al segundo tumor más frecuente detectado en corazón  fetal [18]. Cuando su diagnóstico  se realiza durante el periodo prenatal la mortalidad fetal es alta [19]. 
              A  la ultrasonografía, los teratomas son descritos generalmente como masas  solitarias, de forma irregular y ecogenicidad mixta, con áreas sólidas y  quísticas asociadas ocasionalmente a calcificaciones. La mayoría se ubica al  lado derecho del corazón, siendo su origen más común la base cardiaca adyacente  a la aurícula derecha. Pueden mostrar una mayor vascularización al doppler  color y en su gran mayoría están asociados a derrame pericárdico fetal [6] [17] [19]. Por su parte, a la  RNM, se muestran como masas heterogéneas, bien definidas, con componentes  quísticos hipointensos y paredes con hiperintensidad de señal en T1 [20]. 
              El  crecimiento de los teratomas dentro del saco pericárdico puede llegar a ser  rápido, pudiendo causar obstrucción de la vena cava y compromiso del retorno  venoso en grados variables. Sumado a lo anterior, el desplazamiento del  mediastino producido por el crecimiento tumoral puede asociarse a compresión e  hipoplasia del parénquima pulmonar. La obstrucción significativa secundaria a  masas de gran tamaño y los derrames pericárdicos asociados, pueden conducir a  taponamiento cardiaco e hidrops fetal no inmune (HFNI) el cual ocurre en el 77%  de los fetos afectados. Una vez desarrollado el HFNI, la muerte fetal ocurre  rápidamente [21] [22]. 
              Por  todo lo anterior, el manejo prenatal de esta condición representa un importante  desafío. El feto con diagnóstico de teratoma pericárdico debe ser monitorizado  regularmente por medio ultrasonográfico evaluando la presencia de hidrops y considerando  el tamaño tumoral y su tasa de crecimiento como los factores pronósticos más  importantes. Si el feto completa la gestación sin hidrops ni derrame  pericárdico significativo, el tumor generalmente se puede resecar después del  nacimiento mediante esternotomía media con buenos resultados [23].  
              Los  fetos que inician cambios hidrópicos, por su parte, requieren de una conducta  terapéutica distinta; si estos cambios se presentan de forma tardía en la  gestación (>28 semanas), se debe proceder a la interrupción del embarazo  para la escisión quirúrgica postnatal de la masa.  
              Mientras  que si se presentan a una edad gestacional temprana, anterior a la maduración  pulmonar, las opciones disponibles son la pericardiocentesis intrauterina o la  cirugía fetal abierta.  La  pericardiocentesis in útero se asocia a una mejoría de la obstrucción del  retorno venoso, retrasando la progresión del hidrops [24]. Su mayor efectividad  se asocia al manejo de los tumores con características predominantemente  quísticas, mientras que es poco efectiva ante los tumores sólidos, en donde la  reacumulación de derrame pericárdico ocurre rápidamente [25].  
              La  resección de un teratoma pericárdico después del nacimiento es curativa, sin  embargo, el tratamiento intrauterino del feto afectado aún resulta dificultoso.  El éxito en el manejo de esta condición depende de una vigilancia seriada  adecuada (tamaño del tumor, ubicación y evaluación del gasto cardiaco ayudan en  la toma de decisiones) y del empleo de intervenciones terapéuticas idealmente  antes del inicio del hidrops [19].    
              Fibroma:  
               Los fibromas  corresponden a tumores benignos de origen fibroblástico, con una incidencia que  varía entre 6-25% de los tumores cardiacos primarios. El diagnóstico prenatal  de los fibromas cardiacos a partir de los hallazgos ultrasonográficos es poco  común, siendo la mayoría de las veces reportados como tumores solitarios  intramurales no encapsulados, que comprometen el tabique ventricular o la pared  libre del ventrículo izquierdo, estando ocasionalmente asociados con  calcificaciones y degeneración quística [26] [27]. En la RNM, el tumor  es isointenso en secuencias potenciadas en T1, siendo leve y heterogéneamente  hiperintenso en imágenes ponderadas en T2 [11].  
              A diferencia de los  rabdomiomas, los fibromas generalmente no muestran regresión espontanea [4]. Si bien, se han  descrito a los fibromas como tumores con tendencia al crecimiento postnatal [28], su curso natural aún  no está bien establecido. Las manifestaciones clínicas de los fibromas cardiacos  dependen del tamaño y localización del tumor; van desde el hallazgo incidental  en pacientes asintomáticos hasta síntomas de insuficiencia cardiaca congestiva,  arritmias ventriculares, colapso cardiovascular y muerte súbita [29].  
              En raras ocasiones  estos tumores se asocian a otras anormalidades congénitas como la displasia  renal quística y el síndrome de Gorlin-Goltz (síndrome del carcinoma nevoide  basocelular) [7].  
              Establecer el  diagnóstico a partir de las características ecocardiográficas del tumor y/o la  RNM no siempre es posible, requiriéndose a menudo la confirmación histológica.  Con el diagnóstico precoz y el tratamiento quirúrgico el pronóstico de los  fibromas cardiacos es bueno; la resección quirúrgica completa es curativa y  puede ser dificultosa a una edad posterior cuando el tumor es más extenso [30]. El manejo de fibromas  asintomáticos sigue siendo controversial. 
              Mixoma: 
               El mixoma es un tumor benigno, derivado de  células mesenquimales cardiacas multipotenciales. Es el más frecuente de los  tumores cardiacos del adulto, pero extremadamente raros en la vida fetal [31].  
              Ultrasonográficamente se presenta como una  masa única, hiperecogénica, homogénea, de contorno irregular y con base  pediculada ancha [32][33]. Su localización en vida fetal es similar  tanto en ventrículos como aurículas, principalmente aurícula derecha y  ventrículo izquierdo. Pueden ser móviles y prolapsar a través de las válvulas  auriculoventriculares o el foramen oval [34]. En adultos es predominante su localización  a nivel de los atrios.  
              Los mixomas fetales se asocian con fenómenos  embólicos y obstrucción del flujo sanguíneo con mucho menor frecuencia que en  adultos y no hay reportes de malignidad [32]. Se asocian en un 3-10% con un síndrome  genético conocido como Complejo de Carney [35]. La cirugía es el tratamiento de elección,  la evolución postoperatoria es generalmente buena y no existen reportes de  recurrencia [36]. 
              Conclusión 
               Los tumores cardiacos primarios fetales (TCPF)  corresponden a una entidad de muy baja incidencia durante la gestación.  El primer reporte de un tumor cardiaco  diagnosticado in útero fue efectuado por De Vore en el año 1982.  
En adelante son múltiples las publicaciones referentes  al tema, potenciado en gran medida por los avances tecnológicos en el área  ultrasonográfica. Gran parte de los TCPF son asintomáticos y su comportamiento  es benigno, sin embargo, establecer su diagnóstico específico permite  determinar un pronóstico y un manejo más adecuado. El Rabdomioma corresponde al  tumor cardiaco fetal más frecuente y en general tienden a ser asintomáticos,  salvo cuando su tamaño supera los 30 mm o se ubican a nivel de los tractos de  salida alterando la hemodinamia. Es esencial evaluar la posible asociación con  el Complejo Esclerosis Tubrosa, para lo cual se disponen de técnicas  moleculares dirigidas a determinar la existencia de mutaciones puntuales en los  genes TSC1/TSC2. El segundo tumor cardiaco fetal más frecuente es el teratoma  pericárdico, el cual presenta una alta mortalidad cuando su detección se  realiza antenatal. Siempre se deben seguir de manera estrecha y seriada, dado  su rápido crecimiento y su conocida asociación a hidrops fetal. Los Fibromas  representan una entidad de más difícil diagnóstico, a diferencia de los  rabdomiomas su tendencia es a no regresar o incluso a crecer. Su pronóstico y  evolución no está bien establecido. Los mixomas son los tumores más frecuentes  en el adulto y su presentación en vida fetal es excepcional. Los tumores  cardiacos fetales malignos son extremadamente raros y en general son más  frecuentemente secundarios, su pronóstico es malo.
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